Él no podía sacar de su cabeza aquel sueño perturbador. Cada vez que cerraba los ojos, volvía a verse a sí mismo en el ataúd, rodeado de personas vestidas de negro que lloraban su muerte. ¿Era una advertencia del destino o solo una manifestación de sus miedos más profundos?
Decidió buscar respuestas y empezó a investigar sobre el mundo de los sueños y la muerte. Pero cuanto más aprendía, más confundido se sentía. ¿Era posible que el mundo que conocía fuera solo una ilusión y él estuviera destinado a morir… pronto?
Un día, mientras paseaba por el cementerio, se topó con una escena que le hizo temblar: un grupo de personas vestidas de negro rodeaban una tumba recién abierta, y allí, dentro del ataúd, yacía él mismo. Él no podía creerlo. ¿Era el fin? ¿Era esto lo que le esperaba en el futuro?
Sin embargo, algo le hizo dudar. ¿Por qué las personas a su alrededor parecían tan sorprendidas al verle? ¿Acaso no sabían que él estaba allí? Se acercó tímidamente al ataúd y, con un suspiro de alivio, se dio cuenta de que todo había sido un malentendido. Había sido confundido con otra persona con el mismo nombre que él, que había fallecido esa misma mañana.
Aunque al principio se sintió aliviado, a medida que pasaban los días, él empezó a cuestionar su propia existencia. ¿Quién era él realmente? ¿Por qué había tenido ese sueño tan real? ¿Era solo una coincidencia o había algo más detrás de todo esto?
Se sumió en una profunda crisis existencial y empezó a cuestionar todo lo que había creído hasta entonces. ¿Era la vida solo una cadena interminable de sucesos sin sentido, que terminaba en la muerte ineludible? ¿O había algo más allá de lo que podía percibir con sus sentidos? No podía tener certeza, pero lo cierto es que, a partir de ese momento, él sintió el peso de la muerte constantemente sobre sus hombros. A veces, el destino nos pone a prueba, pero ¿quién sabe si realmente tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestra historia?